11 febrero, 2011

Castillo de arena


Señor, no mires mis pecados, porque de otro modo, ¿quién podría mantenerse en pie delante de ti? Si quisiera justificarme, no tendría con qué defenderme.

Mi corazón está lastimado y vacío.

Mi corazón dice: ¡Quisiera ser otro! Pero no puede, es una triste ilusión. Podría inventar mil castillos, pero serían como construirlos sobre arena: Vienes tú con tus olas, y rompes todas mis pretensiones de hermosura y perfección.

¡Señor, ten compasión de este castillo de arena frente al mar! Límpiame de todos mis delitos. Conquista mis miedos por medio de tu amor. Dame una señal para saber que cuento con tu favor…

“―Hay una ola, un agua que viene del cielo. No tengas miedo. Con ella limpiaré todas tus murallas, para que seas para mí un hermoso castillo, un hogar donde pueda yo vivir.”

Señor, tú eres bueno. Enviaste a Cristo para que pagara por mis delitos. Quiso sufrir el castigo que yo merecía, con su sangre canceló la sentencia que me condenaba.

Señor, cada día dame de beber del perdón de Cristo, para que camine en justicia, y entregue la vida por los demás, como él la entregó por mí.

Cristo ha padecido por nosotros en el cuerpo…

Asuman también ustedes la misma actitud... Pues ya alcanza el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles.

(1º Pedro 4.1, 3).


Adrián Correnti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más buscado