12 junio, 2011

El Espíritu Santo convencerá (1º Parte)


“Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes, permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto.” (Lucas 24:46-48).

Esta promesa de Cristo a sus discípulos se cumplió el día de Pentecostés. Pocos días después de su ascensión a los cielos, él envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia reunida en Jerusalén, y pronto los discípulos comenzaron a anunciar la palabra de Dios a la gente en la ciudad. Dice la Escritura: “Y Pedro, con muchas otras palabras testificada solemnemente: ‘Sálvense de esta generación perversa.’ Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3000 personas. Y se dedicaban continuamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración” (Hechos 2:40-42).

La obra del Espíritu Santo: convencer al mundo de pecado y de justicia. Dice Jesús: “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8).

¿Para qué se hacía necesario el envío del Espíritu Santo sobre la Iglesia aquel día de Pentecostés? Para ser testigos de Jesucristo. Y el testimonio de Jesucristo llegó hasta los confines de la tierra, por eso es que hoy estamos aquí reunidos y damos gracias a Dios. Porque su palabra predicada llegó hasta nosotros a fin de que seamos salvos. Y todo esto, es obra exclusiva de Dios. Dice el evangelio de hoy que Dios Espíritu Santo vendría hasta nosotros, y que “cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). 
El evangelio de hoy enseña que el verdadero arrepentimiento y la fe es una obra de Dios, y no del hombre. Cristo, en el evangelio de hoy, enseña, como en resumen, que la obra del Espíritu Santo, el verdadero arrepentimiento, tiene que ver con la predicación de la Palabra de Dios en forma de ley y de evangelio. Como la correcta enseñanza de la Palabra de Dios es una obra divina y no humana, Jesús consuela a sus discípulos con la promesa de su Espíritu, el cual les enseñará, les recordará y pondrá en sus labios las palabras de Cristo mismo toda vez que deban dar testimonio de su Nombre.



Adrián Correnti.
12/06/2011.

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