10 junio, 2011

Salvando vidas (Parte 4)

Jesús el Dador de obreros para la cosecha


a. La invitación de Dios al oficio pastoral como manifestación de su gracia. Jesús no envía a una “siembra”, sino a una “cosecha”. Tanto la siembra como la cosecha la realiza Dios. Jesús dice, refiriéndose a su muerte: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto” (Jn. 12:24). La muerte y la resurrección de Cristo fue la siembra de Dios sobre el mundo. Su sangre vertida en la cruz hizo florecer una nueva esperanza para la humanidad; su resurrección victoriosa del sepulcro, produjo frutos de justicia y vida eterna para el mundo. Por eso no somos enviados a una siembra, sino a una cosecha, que es de Jesús: “Pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha" (Mt 9:38).
Entonces podríamos preguntarnos: ¿para qué nos necesita Dios, si él se encarga tanto de la siembra como de la cosecha? Pero esa no es la pregunta correcta. Más bien deberías preguntarte: ¿por qué Dios quiere que sea una obrero en su cosecha? Respuesta: Es verdad que Dios no necesita de nadie para hacer su obra de salvación. Pero Él, como amante esposo, quiso compartir con ella, su amada Iglesia (contigo), el privilegio, el honor, la dignidad y la vocación divina de “salvar vidas”.

b. La actitud de la Iglesia al servir en la cosecha. Por eso, todos los cristianos en general en sus respectivas vocaciones y oficios, y los que son llamados al oficio pastoral en particular, no deben considerarse a sí mismos como “profesionales de la fe”, que desempeñan su servicio en la cosecha considerándolo un trabajo más, engañándose de esta manera a sí mismos. Antes bien, ofrendan toda su vida (ellos y todos sus bienes) en esta misión divina de salvar y reconciliar. Y lo hacen en gratitud, en respuesta al amor de Dios, creyendo que por intermedio de ellos, Dios aplica en los que crean la justificación y el perdón conseguidos por Cristo. Es por eso que ustedes no son cristianos de nombre solamente, sino que, siguiendo las pisadas de Cristo, son testigos de la verdad, que confiesan su fe como una luz resplandeciente en medio de un mundo oscuro.
c. Las herramientas que utiliza el oficio pastoral para la cosecha. El fin de todas las cosas está cerca. Mientras tanto, Cristo invita a servir, y también brinda a la Iglesia las herramientas necesarias para salir a la cosecha: el Evangelio y el Bautismo, la Santa Cena, la instrucción en la Palabra y en la fe a través de otros hermanos, la oración. Por medio del sacramento del Bautismo, Dios salva vidas. Por medio de la Santa Cena, los corazones débiles y temerosos son fortalecidos en el perdón. Por medio de la Palabra de Dios predicada y enseñada, las personas son alimentadas en la fe y capacitadas para toda obra buena. Por medio de la oración, pedimos que venga su Reino a nosotros y a todas las demás personas.

Conclusión
Nuestra respuesta frente a la invitación amorosa de Dios. La cosecha es ahora: la tarea de la Iglesia de administrar en el nombre del Señor el “ministerio de la reconciliación” (2º Corintios 5:18-19) como colaboradora de Dios hasta que venga el Señor de la cosecha. 
Los cristianos oran y Dios provee, ¿cómo responderán a la ayuda y a la invitación que Dios les está acercando? Dios llama y sustenta a los que envía a la cosecha. No hay por qué tener miedo. Porque el amor de Dios en Cristo aclara nuestras dudas y disipa el temor. Es por fe que caminamos, no por lo que nuestros ojos ven. Solamente basta que le creas al Señor de la cosecha. Él proveerá. Él es quien dirige el futuro de la Iglesia. Una Iglesia que tiene los mismos ojos compasivos de Cristo.


Adrián Correnti.
09/06/2011.

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